Poeta y místico español
- Uno de los grandes poetas líricos del Renacimiento.
- Obras: La Perfecta casada, De los Nombres de Christo...
- Género: Teología, estudios bíblicos...
- Orden religiosa: Orden de San Agustín
- Padres: Inés Varela y Lope de León
- Nombre: F. Luyssi Legionensis
Fray Luis de León nació el 15 de agosto de 1527 en Belmonte, Cuenca, España."Estar en paz consigo mismo es el medio más seguro de comenzar a estarlo con los demás"
Fray Luis de León
Familia
Hijo de Inés Varela y Lope de León, abogado.Fue monje y más tarde vicario general y provincial de la Orden de los Agustinos.
Profesor
Ejerció como profesor de teología y filosofía en la Universidad de Salamanca, y fue un prestigioso hebraísta y traductor. Tradujo el Antiguo Testamento, así como textos clásicos griegos y romanos y obras de escritores contemporáneos.Prisión
Encarcelado por la Inquisición durante cuatro años a causa de sus disputas teológicas con los líderes de la orden de los dominicos, tras ser absuelto por el tribunal, regresó a Salamanca, donde siguió enseñando en la universidad hasta 1591, el año de su muerte.Poemas
Tan solo se conservan veintitrés de sus poemas líricos. En 1631 se publicó su obra lírica y se encargó de hacerlo Francisco de Quevedo. De estas obras destacan Vida retirada, una imitación del Beatus ille de Horacio, y las odas A Salinas y Noche serena.Entre sus obras en prosa destacan De los nombres de Cristo (1583) y La perfecta casada (1583).
Muerte
Fray Luis de León falleció el 23 de agosto de 1591 en Madrigal de las Altas Torres, Ávila.Sabías que...
Como decíamos ayer
A Fray Luis de León se le atribuye la utilización de la frase "como decíamos ayer", al retomar sus clases en la Universidad de Salamanca en 1576, tras pasar cuatro años preso en las mazmorras de la Santa Inquisición Española.Obras
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Traducción y declaración del libro de los cantares de Salomón
De los Nombres de Christo
La Perfecta casada
Exposición del Libro de Job
In Psalmum vigesimumsextum explanatio
Cantar de los Cantares. Interpretaciones: literal, espiritual, profética
De legibus o Tratado sobre la ley
Escritos desde la cárcel
Vida retirada:
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¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal rüido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
su lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado?
¿si en busca deste viento
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?
¡Oh monte, oh fuente, oh río,
oh secreto seguro deleitoso!
Roto casi el navío
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre, quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas sin testigo,
libre de amor de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido:
los árboles menea
con un manso rüido,
que del oro y del cetro pone olvido.
Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el Cierzo y el Abregó porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
con sed insaciable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido,
de hiedra y luto eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce acordado.